>>Noté que me empujaban hacia atràs y caí en la caldera que estaba llena de oro hirviendo. Grité y grité. Aquello era insoportable. Era imposible experimentar semejante dolor. No era posible que aquella atrocidad me ocurriera a mí, que el oro hirviendo se introdujera en mi garganta, asfixiándome, y me abrasara los ojos.
>>Cuando creí que iba a enloquecer, que iba a volverme loco de espanto y de dolor, cuando no quedaba ya un solo pensamiento humano en mi mente, salí disparado de la caldera y me encontré suspendido en el aire sobre el cuerpo que seguía hirviendo dentro de ella, con un solo ojo abierto sobre el burbujeante líquido dorado. ¡Era mi cuerpo! Pero yo no estaba dentro de él.
Por Anne Rice.
Band Of Skulls - Patterns
Hace 13 años
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